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Desde chica, Anna encontró en el arte su forma de expresión. Creció entre telas, bocetos y confecciones, en un entorno familiar marcado por la moda.

Curiosa, apasionada y perfeccionista, creó su marca en el año 2000. Su fascinación por los detalles artesanales y las telas hace de cada prenda algo distintivo, con una narrativa propia. Su universo —atravesado por el arte, el diseño, la arquitectura y las letras— se refleja en piezas que combinan fuerza y sutileza, estructura y sensibilidad.

Presente en cada proceso con una entrega absoluta. Se la puede encontrar en su atelier de Buenos Aires cosiendo, eligiendo avíos o ajustando una pinza en busca de la perfección. “Esto a mí me da felicidad”, dice, una frase que sintetiza el amor y la vocación por su trabajo.

Su firma —que nació en la sastrería— hoy abarca desde conjuntos sportwear con impronta urbana hasta vestidos de fiesta bordados a mano, pensados para mujeres que buscan expresarse a través de lo que visten y que son protagonistas de su propia historia. Como Anna.